Certificación como MBSR Teacher

“Feliz aquel que transmite lo que sabe y aprende lo que enseña”.

Hace unos semanas recibí una noticia muy grata y que me hace muy feliz y quería compartirlo con la comunidad. Cuando comencé con el proceso que culmina con esta noticia habían pasado ya 15 años de práctica comprometida en mi historia. La honestidad de abrazar todo lo que trae consigo el camino del desarrollo de la  conciencia, el amor por la enseñanza, el estudio sistemático  del Dharma y de la convergencia de las prácticas contemplativas en la ciencia occidental fueron las bases sobre las que puede sostener la construcción de este espacio en tantos años. Ningún camino se hace solo y estuve siempre acompañada por un equipo único de compañeros de ruta quienes fueron apoyos fundamentales y testigos de nuestros mutuos crecimientos.

En 2015 decidí solicitar la revisión de mi tarea como coordinadora de programas MBSR a fin de certificarme como MBSR Teacher (Coordinadora MBSR) por el Programa de Entrenamiento de Profesionales (Oasis Institute) del Center for Mindfulness (CFM) en la facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts (UMASS).

El proceso implica enviar una gran cantidad de material de enseñanza y de clase y luego de ser evaluada bajo la mirada atenta, precisa y experta del equipo y los directores del CFM, podría tener mi certificado. ¡Vaya instancia de vulnerabilidad, apertura y exposición que significaba esto para mí! Y lo asumía con  la certeza de que iban a hacerlo de manera respetuosa, profesional,  humana y constructiva. Me expuse. Confié. Y así fue.

El proceso

Luego de 9 meses de revisión finalmente recibo la noticia de que la evaluación había sido satisfactoria y que por unanimidad habían decidido certificarme como MSBR Teacher, dándome una cálida y sincera bienvenida a la comunidad de Teachers certificados del mundo. Habiendo pasado el proceso que implica certificar, confío en que todos quienes han recibido este aval en el pasado están vitalmente comprometidos con la práctica y la enseñanza de Mindfulness, pues no hay otra forma de llegar a esta instancia sin hacerlo así.

Hoy me detengo, miro y resueno con todo lo recorrido, habito este presente y elijo compartir mi alegría con todos ustedes. Así me surge.  Y así lo haré.

Mi alegría es serena, es esa alegría de poder dar cuenta de donde estoy y estar en paz con ello (los que me conocen saben que diría que es sentir claramente el “desde dónde hago lo que hago”). Es  la alegría de sentirme acompañada y en comunidad al poder contar con  las impresiones y devoluciones del equipo  del CFM, conformado  por personas que respeto  profundamente en lo profesional y por las que siento un gran afecto y cariño. Recibir su reconocimiento me confirma una vez más la certeza que me guía hoy y que me ha guiado siempre.

Esta certificación no cambia mi compromiso ni mi amor por la práctica y la enseñanza. Lo que si aparece claramente es un mayor sentido de responsabilidad y compromiso con la autenticidad en la transmisión, para poder hacer “cuerpo” las enseñanzas y también (ahora más que nunca) decidida a continuar el trabajo que de generación en generación ha mantenido la práctica con vida: comenzar con la formación de profesionales que enseñen Mindfulness.

Un camino más amplio

El camino que implica el entrenamiento de un Mindfulness Teacher es amplio y extenso. Está basado tanto en la experiencia directa con la práctica (y aquí hablo de años de experiencia), como del desarrollo de habilidades y múltiples variables que exceden ampliamente lo que el coordinador hace concretamente en la clase (ver el proceso del CFM).

Mi experiencia formando profesionales en Argentina y en otros países de Sudamérica muestra que aún no es de público conocimiento. El campo está cubierto de comprensiones superficiales y considero que se torna urgente informarse, reflexionar  y repensar este proceso, especialmente escuchando a quienes tienen entre 20 y 40 años de experiencia en el tema.

El interés y la demanda de “hacer Mindfulness”

Cada año escuchamos más la frase “hacer Mindfulness”, y aunque por un lado esto es muy positivo, da visibilidad al tema y genera puentes cada vez más sólidos, por el otro lado conlleva una serie de riesgos de los que debemos dar cuenta. En los profesionales queriendo “hacer Mindfulness” uno de los riesgos es la banalización por varios factores: falta de entrenamiento, muy limitada comprensión de la profundidad de la experiencia de la meditación, acompañada naturalmente por una limitada experiencia de la conciencia y una falta de visión de los componentes y habilidades  requeridos para enseñar. Enseñar parece fácil como toda tarea que el experto naturaliza, pero conlleva el desarrollo de múltiples habilidades,  muchos años de silencio, de comunidad, de práctica y del coraje de ser cálidamente disciplinado.

Esta instancia de evaluación, revisión  y devolución me permite un momento de pausa para apreciar y volver  a honrar la tarea de enseñar, reconociendo  la seriedad,  humanidad, profesionalismo, humildad  y compasión que de verdad requiere. Es muy pequeña la influencia que como ser humano puedo ejercer pero en lo pequeño de un acto reside la totalidad. Y es en ese lugar de lo humanamente posible que ofreceré mis  mayores esfuerzos, mi conocimiento con entrega y corazón.  No concibo cómo podría ser de otra manera.

Muchísimas personas me han acompañado en estos 16 años. Me han visto crecer, abrirme,  profundizar, dudar y aprender, no saber, escuchar y silenciar, mirar, preguntar…  y volver a empezar. Con infinita paciencia me han visto volver a empezar. Hoy claramente veo y siento cómo cada encuentro, cada clase, cada alumno, participante, paciente, maestro, compañero y amigo me ha enseñado y permitido poder desarrollarme al profundizar en el camino. Mi alegría es genuina y pacífica y espero que podamos compartirla.

Un abrazo muy cálido a cada uno, María Noel