Por primera vez, los investigadores han demostrado que la práctica de la meditación mindfulness y también participar en un grupo de apoyo tiene un impacto físico positivo a nivel celular en los sobrevivientes de cáncer de mama.
Un grupo de trabajo del Centro del Cáncer Tom Baker de los Servicios de Salud de Alberta y el Departamento de Oncología de la Universidad de Calgary ha demostrado que los telómeros -complejos de proteínas en el extremo de los cromosomas- mantienen su longitud en sobrevivientes de cáncer de mama que practican meditación o participan en grupos de apoyo, mientras que se acortaron en un grupo control que no recibió ninguna intervención.
Aunque las propiedades de regulación de la enfermedad de los telómeros todavía no se entienden completamente, los telómeros acortados se asocian con varios estados de enfermedad, como así también con el envejecimiento celular, mientras que telómeros más largos se consideran protectores contra la enfermedad.
“Sabemos que las intervenciones psicosociales, como la meditación mindfulness ayuda a los pacientes a sentirse mejor mentalmente, pero ahora, por primera vez, tenemos pruebas de que también pueden influir en aspectos clave de su biología”, dice la doctora Linda E. Carlson, PhD, investigadora principal y directora de investigación en el Departamento de Recursos Psicosociales del Centro del Cáncer Tom Baker.
“Fue sorprendente ver que no pudimos observar ninguna diferencia en la longitud de los telómeros en los tres meses de duración del estudio”, dice la Dra. Carlson, quien también es profesora de la Universidad de Calgary en la Facultad de Artes, en la Escuela de Medicina Cumming, y miembro del Instituto del Cáncer del Sur de Alberta. “Se necesitan más investigaciones para cuantificar mejor estos potenciales beneficios para la salud, pero esto es un descubrimiento emocionante que proporciona noticias alentadoras”.
El estudio fue publicado en línea en la revista Cáncer y se puede encontrar en: http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/cncr.29063/full
Traducido y editado a partir del informe de prensa del Servicio de Salud de Alberta, Canadá.
Buenas. Al margen de la alegría por todo lo que tenga que ver con la mejora de la salud y el tratamiento de las enfermedades creo que hay que tener mucho cuidado con este tipo de noticias. Nada más que el titular contiene una buena dosis de ambigüedad (podría). Hay que tener en cuenta que asociar el crecimiento descontrolado de células a algún tipo de control por parte de la voluntad de la persona puede añadir culpabilidad en los pacientes, ya que pareciera que podrían detener la enfermedad si “lo hiciesen bien”. Repito que estoy a favor de todo avance y estoy seguro de que meditar puede beneficiar a cualquiera, pero estas asociaciones a mí me resultan un tanto peligrosas.
Un saludo.
Hola Josemi, muchas gracias por tu comentario. Me ha hecho pensar un rato. Es muy válido tu punto de vista y lo entiendo completamente. El uso del potencial en este caso no busca ambigüedad, sino más bien dar cuenta de que no se sabe con certeza, así es que no es prudente ni juicioso aseverar que “la meditación protege el cuerpo luego del çáncer”. Ni remotamente es así y es muy poco probable que una enfermedad como el cáncer pueda reducirse a “lo que hice para que esto me suceda” o “lo que debería hacer para que no me suceda”.
También entiendo que pululan infinidad de teorías que justamente reducen y simplifican y hasta empobrecen el entendimiento de una enfermedad que en muchas áreas, todavía es un misterio.
El artículo original no parece buscar vincular el estado interno y la reaparición del cáncer, o por lo menos no me ha parecido así. Puedo equivocarme, por supuesto.
Lo que si hace es una asociación: por un lado, la longitud de los telómeros parece estar asociada con ciertos factores protectivos frente a las enfermedades, y por el otro lado, el descubrimiento de que los telómeros no se acortan en personas que pasan por intervenciones que promueven la conexión con uno mismo o la conexión social (pues funcionó para ambos grupos). El vínculo está en la longitud de los telómeros y no en la práctica de meditación por lo que solo se puede concluir que la longitud de los telómeros es protectiva de las enfermedades y que cualquier cosa que pueda ayudar a mantener la longitud de los telómeros (conexión con uno mismo o apoyo social) es posible que pueda ayudar proteger el cuerpo de la reaparición del cáncer.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Ha sido un placer leer tu respuesta, Santiago. Una pena la gran distancia física entre España y Argentina, un país que por muchas razones me encantaría visitar. Creo que es innegable, (y aquí voy a hacer un giro que puede sonar un tanto extraño), que la meditación responde a otro tipo de política que la mayoritaria en la actualidad, en ese sentido es una práctica revolucionaria al igual que lo puede ser un acto poético por el solo hecho de proponer lentitud, pararse, con lo que eso implica en la actualidad (no queremos parar para no angustiarnos). Para mí es representativa (la meditación) del freno que venimos necesitando como sociedad, y los estudios que busquen los efectos de esto en el organismo no están mal. El problema está en que el capitalismo lo engulle todo en su discurso y entonces la meditación puede ponerse al servicio de “adaptarse mejor”, seguir con el mismo ritmo loco de vida pero “consumiendo bienestar”. Para mí ahí está el peligro, porque puede ser una trampa querer ser siempre “más feliz”, “más pleno”, “más espiritual”, es decir, el mismo consumismo que hacemos con los objetos. Poniendo un paralelismo con el reciclaje, se trata de preguntarse no si deberíamos reciclar o no, sino por qué se fabrican tantos objetos de plástico y materiales contaminantes. Es decir, las políticas de reciclaje no plantean un cambio serio, porque el ritmo de la producción no se cuestiona.
Creo que hay que arriesgar y proponer la meditación como herramienta que inicie el movimiento contracorriente que necesitamos.
Un placer cambiar opiniones.