En el mes de Octubre del 2016 la obra social SEROS perteneciente a la provincia del Chubut, llevó a cabo un entrenamiento para cuidadoras domiciliarias con el objetivo de trabajar específicamente con adultos mayores y personas que se encontraban en situación de enfermedad crónica y requiriesen de cuidados paliativos.
En dicho marco fui invitada a participar recorriendo distintas ciudades de la provincia, entre ellas, Puerto Madryn, Esquel, Lago Puelo y Trelew. Es la primera vez que se realizó un taller de estas características, en el cual asistieron un total de 160 cuidadoras repartidas en las distintas ciudades.
“Antes yo quería dar todo lo que hay en mi corazón, ahora entiendo que primero es a mí y luego a los otros”.
Los cuidadores domiciliarios son un eslabón fundamental, dado que están en contacto directo con los pacientes, los familiares y los profesionales (médicos, kinesiólogos, psiquiatras, psicólogos, etc).
En total se desarrollaron dos talleres en cada una de las ciudades: el Primero estuvo enfocado en trabajar con ellas mismas (las cuidadoras), donde las temáticas desarrolladas estuvieron enfocadas acerca de las Intenciones, no solo que las llevaron a realizar esta formación sino a por qué eligieron trabajar como cuidadoras.
Trabajamos sobre el estrés y específicamente acerca del “burnout” que implica trabajar con adultos mayores y con pacientes que tienen enfermedades crónicas y/o terminales. Abordamos el auto cuidado, teniendo en cuenta que los pilotos automáticos nos pueden llevar fácilmente a la deshumanización de la tarea y alejarnos en definitiva de la intención genuina que hizo que eligieran dicha profesión.
De esta forma fuimos acercando la práctica de Mindfulness como ese espacio de aire fresco que podemos tener a mano en el desarrollo de la labor diaria, donde la Intención del taller siempre estuvo en que hagamos lo que hagamos, estemos genuinamente presentes con nosotros mismos, para luego poder estar y ofrecernos con esa cualidad particular que trae la práctica, con los otros.
El Segundo de los talleres estuvo enfocado a trabajar específicamente sobre la compasión y la empatía a través del cultivo de diferentes prácticas generativas. Esta vez la intención estuvo girando en torno a mostrar el camino de la autocompasión.
“Es muy movilizador escuchar al otro, en realidad cuando lo experimenté me sentí sostenida y tenida en cuenta”
El desarrollo de los mismos de a momentos se hizo difícil ya que los grupos estaban constituidos en su mayoría por personas de bajo nivel socio cultural e instrucción académica. Pero como siempre ocurre; el sufrimiento atraviesa todos los estratos, entonces una vez más lo difícil se vuelve fácil cuando comenzamos a sintonizar con las cuatro nobles verdades que nos ofrece el Budismo. Todos estábamos allí sufriendo y buscando aliviar ese sufrimiento, el propio y el ajeno.
Fue muy interesante acercar algo de luz sobre conceptos como “distancia operativa” y “duelo”, donde en su gran mayoría eran entendidos como evitar estar cerca de la experiencia.
Se trabajó desde el triángulo de conciencia que ofrece Mindfulness, para estar cerca de la experiencia que ya esta sucediendo ahí delante de nuestros ojos, y empezar a entender de la mano de las diferentes prácticas conceptos como la aceptación y la empatía.
“Ya no es solo lo laboral sino servir al otro desde lo que a mí me gustaría que me dieran”
Al revisar las intenciones al comienzo y al final del taller volverlas a traer, fue muy bonito observar como práctica, acercada genuinamente, con corazón, aún en personas que jamás habían practicado, genera algún cambio, aunque más no sea en la perspectiva de cómo quiero acercarme a las experiencias que elijo y que la vida me va ofreciendo.
El amor, la empatía y la compasión más la escucha atenta, marcaron la diferencia en ambos talleres. Sentirse genuinamente escuchados y escuchar atentamente, abrir la posibilidad de que se dieran cuenta de la importancia de estar presentes. Confiar en la práctica, en mi propia práctica, abrir la posibilidad de que en esas pocas horas algunos frutos aparecieran. Estando abierta y flexible a lo que fuera apareciendo.
De esta manera fuimos tejiendo una danza con hilos de confianza; la intención genuina que los convoca a realizar una tarea tan noble como la que ellos llevan adelante, la de estar al servicio de un otro en circunstancias extremadamente particulares, donde la vulnerabilidad se despliega, en las aristas de la higienizaron, en dar un bocado de comida, o simplemente dar una mano y hacerle saber a ese otro que solo comparte en ese instante su humanidad con la nuestra que estamos ahí disponibles.
“Ahora entiendo qué distancia operativa es aceptar lo que sucede y ver qué me pasa a mí”.
Es emocionante ver cómo las intenciones del inicio se transforman con la práctica, de ser simplemente laborales, por qué en algún momento les había tocado ayudar algunas familiar y no lo tenían del todo resuelto, o la necesidad de dar, a aprehender y comprender que primero están ellos, que lo importante es nutrirse uno primero para desde allí poder ofrecer al otro, con compasión, pero sin perderse en el otro. Respetándose para poder respetar y desde allí acompañar.
Lic. Maria Fernanda Porcelli.
- Mindfulness y Cuidados Paliativos - 18/05/2017