Fueron días lentos y oscuros. Días en donde se me olvida recordarme una y otra vez, mi lugar en la familia de todas la cosas.
Son esos días, sé que muchos de ustedes conocen, en donde la mirada se nos hace pequeña, corta e injusta. El corazón también.
Siento que me podría hacer chiquita y quedarme allí encerrada y lejana de todo y de todos. De mí también.
Una sensación de desconexión y de olvido ilumina el andar y el no poder. Ahora sólo sé que me queda ser plenamente consciente de este encierro, no hay otra sensación a la vista. Esto es.
Sólo estando allí y así me puedo recibir. Dando voz, nombrando como puedo lo que no puedo. Y es en ese hablar y ser escuchada por otro que desea acompañarme, cuando una suave luz aparece para iluminar este rincón en donde todavía estoy y en el que según parece, me quedaré por un tiempo.
Me quedo.
No hago nada.
Hago silencio.
Y sin quererlo, dejo entrar un tenue haz de luz que me es ofrecido en forma de humor, compañía, música y poesía.
Donde hay dolor dejo entrar el amor de un otro, que también hoy siente dolor…lo puedo sentir.
Y en esa autenticidad de presencias, surge una magia que va tejiendo lazos fuertes e irrepetibles de humanidad compartida, es decir de vulnerabilidad habitada en paz en la presencia de un otro.
En el acto de ser recibida, puedo por fin estar en presencia de mi misma, en paz. Una enorme paz en este encierro.
Siento que en ese reencontrarnos con nosotros mismos sólo nos queda recordar, cuando la noche es larga, que todo lo que necesitamos es amor.
Deseo que cada uno de ustedes lo pueda recordar cuando más lo necesite. Tal vez sea ahora.
Esta noche empezaré por mí.
~ Love is all we need ~
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Hermosa lectura,comparto cada párrafo. Gracias